En este apartamento amplio y luminoso, el diseño de interiores se planteó como una declaración de calma, orden y elegancia. El objetivo era claro: transformar los 150 m² en una residencia habitual serena y funcional. La distribución abierta permitió definir zonas bien conectadas, respetando la esencia del espacio y potenciando al máximo la entrada de luz natural. El punto de partida fue una base de estilo nórdico con toques sofisticados, construida a partir de materiales nobles como la madera de roble y el lino. La cocina, completamente abierta al salón, se concibió como el corazón de la vivienda. Con mobiliario blanco y detalles en roble, combina diseño y practicidad en perfecta armonía. La isla central actúa como punto de encuentro, ideal tanto para cocinar como para compartir. Se seleccionaron piezas esenciales de diseño limpio y proporciones generosas: un sofá modular en tonos piedra, alfombras cálidas y mobiliario de almacenaje bajo que acompaña con discreción y elegancia. En los dormitorios, las texturas suaves, los textiles de algodón lavado y la continuidad cromática refuerzan la sensación de paz y descanso. El resultado es un hogar con alma, que combina estética y funcionalidad sin renunciar al confort. Un espacio donde vivir es fácil, y cada detalle transmite equilibrio, estilo y bienestar.