Con el objetivo de aumentar su valor en el mercado de alquiler y convertirla en una vivienda irresistible desde el primer vistazo, esta casa de dos plantas fue renovada con una inversión contenida pero estratégicamente planteada para maximizar su rentabilidad, con un mobiliario simple pero atractivo. La intervención se centró en redefinir la distribución interior para ganar amplitud, fluidez y luminosidad, creando estancias más abiertas, funcionales y conectadas entre sí. A través de una propuesta estética de inspiración mediterráneo-mallorquina, se reforzó además la relación entre el interior y el jardín, auténtico corazón de la vivienda. La cocina, completamente rediseñada, se transformó en un espacio cálido, práctico y acogedor. Se eligieron muebles de líneas sencillas, realizados en materiales naturales como la madera y el mimbre, en una paleta de tonos neutros combinada con suaves verdes que evocan frescura y calma. En el exterior, se proyectó un nuevo diseño paisajístico que integra limoneros, almendros y vegetación autóctona, aportando autenticidad, color y una conexión directa con la esencia del estilo mallorquín. La clave del proyecto fue crear una vivienda equilibrada, estética y funcional, que enamora por su sencillez cuidada y su capacidad de transmitir bienestar. Un espacio pensado para ser vivido… y alquilado sin dudarlo.