En este bajo con jardín, situado en la tranquila zona residencial de Maioris Decima, el reto fue transformar una vivienda habitual en un verdadero refugio mediterráneo, cálido, funcional y lleno de personalidad. El proyecto partió de una necesidad clara: optimizar al máximo el almacenamiento sin renunciar a una estética ligera y acogedora. Para ello, se incorporaron soluciones inteligentes como mobiliario con almacenaje oculto, una cocina con capacidad extra y piezas que esconden mucho más de lo que muestran a simple vista. La paleta cromática, en tonos topo, beige, negro, blanco roto y suaves acentos verdes, aporta armonía, serenidad y una sensación de amplitud que envuelve todo el espacio. Los materiales naturales y las texturas suaves refuerzan esta atmósfera relajada y atemporal. El jardín, pieza clave de la vivienda, se rediseñó como una extensión del interior: un espacio vivo, fresco y conectado con el alma de la casa, ideal para disfrutar del exterior durante todo el año. Un detalle muy especial hace que este hogar cobre aún más sentido: se integraron con delicadeza varias obras pintadas por la madre de la clienta, añadiendo emoción, historia y un vínculo íntimo que se funde con el estilo del proyecto.